Blogia
Mientras miraba la Luna pensé...

Aquellos días..

Lo siento. Perdóname Señor, perdóname por engañar a quien, quizás, no debía, pero no pude contenerme de ese ansia de saber si él aún piensa en mí... y, gracias a ti, Señor, he logrado una respuesta que no me entristece, al contrario, me alegra, me da fuerzas. He conseguido averiguar información y ahora ya sé que tú, mi niño, aún no me has olvidado y que, seguramente, en tu pequeño y humilde corazón aún permanezco yo. No me importa si es en un pequeño lugar; me basta con saber que, a pesar de los años, sigues recordándome, pensando en lo que fue y en lo que no es ahora. Hace ya tiempo, sobre octubre del pasado año, extraía de un baúl más bien vetusto pero eterno, los recuerdos de aquellos años, cuando yo compartía mi tiempo contigo, y aseguro que ello no fue una pérdida de tiempo, porque mientras te trataba aprendí a encariñarme contigo, a quererte. Vivimos una historia realmente bonita; nuestro amor fue lindo, sincero. En estos instantes cuando no es suficiente el tiempo para pensar en ti, desearía decirte que eres como una estrella, pero con la diferencia que ella está a muchísimos años luz y tú estás tan cerca de mí... que ni podría echarte de menos, y aún así te añoraría a los pocos segundos de separarme de ti... pero criatura, pequeña criatura entre todo el universo, querría decirte que me encanta tocarte, abrazarte, desearte, besarte, soñarte, y es que tengo tanto entusiasmo guardado en mi corazón… Hay en mí tanta inocencia, tanta ilusión por ti que aún permanece como cuando aquella vez que yo era niña y tú niño, mi príncipe, mi tesoro, que sólo deseaba mirarte a los ojos y decirte "te quiero", a pensar de que tuviéramos tan sólo trece años de vida, apenas sin vivir, sin conocer lo que es la vida, dura, extraña, puta, realmente puta cuando alguien me detiene y no me permite acercarme junto a ti. Me gustaba tanto acariciarte, observarte a ti y a tus gestos, sublimes; a tu carácter, lindo; a tu cuerpo, delgado; a todo, todo, a todo de ti, a todo lo que forma parte de tu persona, y también me gustaba observarme a mí misma, porque en ese momento, en esa época, yo formaba parte de ti, habitaba en tu propia vida, a veces algo lejos cuando nos distanciábamos, otras, demasiado cerca, pero siempre estábamos unidos, alma con alma, pensamiento con pensamiento, no siempre cuerpo con cuerpo. Mi niño... si supieras cuánto te echo de menos. Ya no tengo 13 años, ya no soy aquella niña que te miraba sin saber a fondo lo que era el Amor, lo que forma gran parte de la vida, lo que es toda la vida, a lo que se le califica como "vida", porque yo te decía "mi amor, mi vida", y esto me sorprende ahora porque con sólo trece años sentía tantas cosas hermosas... En mi mente sólo existía tu nombre y mi único pensamiento era tú, mi ángel. Hay días que las lágrimas recorren mi rostro sin saber qué pasa, pero luego sé que lloro porque te necesito, y necesito tus manos, tus palabras, tus abrazos, tu carita linda. Pero, nene, si llegas a leer estas líneas alguna vez, te darás cuenta que te he agregado por completo en ellas, y que te he atrapado en cada palabra y muy difícilmente podrás escapar de ellas porque el significado de este texto eres tú, sólo tú, y discúlpame por mi impertinencia, al contar todo esto cuando ni siquiera pensaba en escribirlo, pero es que te añoro por encima de todas las cosas, y debo dedicarme a escribir sobre este espacio, a desahogarme, porque si no, no vivo, y es que todo, ¿sabes? todo, me recuerda a ti, y créeme que no lo negaría, mi niño, que hasta cuando éramos niños yo era más fuerte porque estabas junto a mí, que quizás hoy tengo que endurecer mis fibras más sensibles, porque soy tan débil ahora...

0 comentarios